La dificultad de subirse a un medio de transporte

Vivo en un país tercermundista, esa debería ser mi carta de presentación.

Puede resultar frívolo el título de "tercermundista", pero en realidad es muy difícil darle otro nombre a una sociedad donde prima la torpeza, ineficiencia y brutalidad al momento de hacer uso del transporte público.

Aquí no hay uniformidad. Bien podríamos hablar de minibuses o buses, siempre la informalidad reina y es prejuicioso, además de complejo, subir a un bus sin sufrir algún tipo de maltrato por parte de las personas que en él se encuentran.

El transporte público está dominado por bestias, que sólo ven el negocio de transportar gente sin ningún tipo de decoro o atención por las personas que transportan. El público, en este aspecto, parece más una mercadería barata que un ser humano.

Es indignante el comprobar como las personas han renunciado al buen trato, a la capacidad de atención que se tenía en otros tiempos. Ahora sólo se perjudica a las personas, y uno de los culpables y cómplices, es el mismo pasajero.

En muchas oportunidades he visto como los pasajeros se prestan a dañar a los demás sin importarles nada, se suben a buses repletos de gente poniendo en riesgo su vida y la de los demás, fuera de ello, muy usualmente se involucran en accidentes justamente por su torpeza al momento de hacer uso de las vías y también de la señalización.

En tercer mundo el problema del transporte es latente, y nosotros debemos denunciarlo pero buscar alternativas que no contaminen y permitan alcanzar buenos niveles de transporte urbano con un servicio de calidad.